"Tras una experiencia profesional de más de 20 años, se reflexiona sobre los comportamientos sociales, familiares e individuales y se hace crítica de la educación “a demanda” desde el primer vínculo madre-bebé. Incluso la lactancia materna necesita de un tiempo y un límite para que lo que es imprescindible para un buen desarrollo físico y psíquico no se malogre por falta de límites. Madurar significa hacer microduelos, dejar lo conseguido y pasar a afrontar los retos de una nueva etapa... Permanecer un tiempo de más en cada etapa provoca un infantilismo y una inmadurez muy perniciosos para el individuo y su entorno".
"...Ahora se educa “a demanda”: en la alimentación comen lo que quieren, no lo que necesitan, de ahí que se hayan puesto en marcha los desayunos en el cole o las clases de cocina y de aprender a comer, se come a deshora, en sitios que no son apropiados, en muchos casos con la tele, solos o cada uno a una hora, y no lo que se debe sino lo que les gusta, dándoselo las madres o, incluso, tomando el biberón dormidos.
“A demanda” en el proceso de aprender a dormir: duermen en la cama de los padres, con los hermanos, en el sofá, en el cochecito delante de la tele...
Y “a demanda” en los horarios: vemos cada vez a más niños somnolientos por las mañanas, con dificultades para concentrarse.
Y podríamos continuar con las “demandas”, a qué se juega y dónde, si se recogen los juguetes, las ropas, los premios y castigos, tiempos de televisión, de play, ordenador, móvil, tiempos de estudio y de juego, horarios, pagas, motos, coches…, demandas inmediatamente satisfechas.
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